Fernán Pérez de Guzmán, Generaciones y semblanzas[2]
Anales, crónicas y crónicas universales[editar]
En la Edad Media y el Renacimiento, la utilización de los términos "anales", "crónicas" e "historias" es ambigua, equívoca y, en la práctica, intercambiable.[3]Propiamente, los anales únicamente distinguen los hechos año por año, mientras que las crónicas son registros históricos en los que los hechos son siplemente registrados en el orden de su sucesión por un autor que es al menos en parte contemporáneo de los hechos que registra. El género de la crónica universal surge de la necesidad de introducir en el relato cronístico los orígenes del mundo y el hombre según la Biblia, continuando con la historia del pueblo elegido hasta el nacimiento, vida, muerte y resurrección de Cristo y el surgimiento y expansión del cristianismo; además procura establecer sincronismos entre la cronología bíblica y las de los imperios antiguos, la de Grecia (arcontes de Atenas) y la de Roma (fasti consulares).[4]
Crónica general y crónica particular[editar]
Las crónicas que no tenían un propósito general, sino que se limitaban a reseñar cronológicamente los acontecimientos destacables de un personaje concreto, reciben a veces el nombre de crónicas particulares, con lo que se identifican con el género biográfico. Crónica particular es, por ejemplo, la de Pero Niño, llamada El Victorial (ca. 1463). También una de las múltiples obras sobre el Cid se denomina Crónica particular de el Cid (1512 y ediciones posteriores